sábado, 17 de mayo de 2008

¿Que hará R**** tirado en el suelo.....?


Si yo se que la vida es injusta. Pero es que me pasa de todo...
Será que soy demasiado torpe o un imán para las gafadas.
¿Seré quizás una versión humana de la Ley de Murphy?
Y si a eso, le sumas unas lentillas sucias o inexistentes, ocurre lo siguiente:
Una tarde de verano, de hará la menos 8 años. Con una calor asfixiante y sin aire acondicionado. Pacientes sofocados, nerviosos, timbres continuos, demandas correctas, demandas inocuas, demandas exageradas y ruidos extraños...
Si, era de esos turnos de trabajo en los que no paras, en los que no puedes beberte un vaso de agua tranquilo; aunque también son, los más gratificantes. Al acabar, sientes que has dado el 100% y te gusta.
Con todo, a media tarde sentíamos desde el control de enfermería unos golpes continuos, rítmicos, pero desconocíamos la procedencia. Así que me fui a investigar.
Fui de habitación en habitación intentando localizar el foco de aquellos ruidos, pero sin éxito. Y a dia de hoy sigo sin saber que fue.
Finalmente llego a la última habitación. Allí se encontraba R**** ingresado, un paciente encamado, tetrapléjico (parálisis de las cuatro extremidades), un hombre de unos 50 años, muy agradable. Y le repito la misma pregunta, por enésima vez.
-¿R**** has escuchado unos golpes muy fuertes?
-Si, es detrás de esta pared, me responde el y con los ojos señala la pared de su lado, la cual por el otro lado era una terraza; que por normas del hospital solo era accesible al personal.
Quise mirar a ver si desde la ventana de la habitación veía a alguien, para decirle en todo caso que tuviera en cuenta, que tanto golpe estaba molestando a los enfermos. Me asomé a la ventana pero ahí no había nadie.
De repente escuché el sonido de un timbre y me giré a tal velocidad y sin pensar, que me di en la frente con el televisor de la habitación. Un robusto Philips de 20", que yacía tranquilo en su soporte de pared. Del impacto, perdí el equilibrio y caí de espaldas, dándome en la nuca con el alfeizar de la ventana, para luego rebotar y caer de cara al suelo.
Todo en segundos.
No se cuanto tarde en levantarme, lo que si sabía era que solo no iba a poder incorporarme.
Así que me senté en el suelo y con las manos tapándome la cara, totalmente mareado.
Sin abrir los ojos, escuché la voz de M******** mi compañera,DUE, excelente profesional, pero más ciega que un gato de escayola con los ojos pintados. (discúlpame la licencia literaria, pero sabes bien que es así).
-¿Qué hará R**** tirado en el suelo?
Y yo, pensaba, Aunque sea R****, ¡levantadme del suelo!
Para que veáis, se pensaba que yo era el paciente, el cual, pobrecito ni podía llamar al timbre para pedir auxilio.
Yo seguía con el rostro entre mis manos, cuando de repente noté que unas manos me cogían por las axilas y me incorporaban. Era el de seguridad que pasaba por ahí, con la ronda de turno y M******** que finalmente, se acercó lo suficiente para distinguir quien era yo en realidad.
La historia acabó negándome a ir a urgencias y durmiendo aquella noche 17 horas.
Ya sabéis... "en casa del herrero cuchara de palo"
Saludos,
MacDubh

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