martes, 29 de abril de 2008

Cojan a ese hombre


A veces, el personal no es consciente de que la mente humana es demasiado libre de obrar según su criterio.
O más llanamente, me refiero que la mente es imprevisible, y hasta el más dulce corderito, esconde en su interior una fierecilla, algunas son personas gallo, todo apariencias externas, otras son ratoncillos de biblioteca, otras son balsas de aceite, prestas a que alguien les prenda fuego y arder. Pero hasta éstas, a veces un simple mechero no les mete fuego, necesitan de un gran fogonazo y luego a ver quien es el guapo/a que lo apaga.
Os pongo en antecedentes en la siguiente historia:
Servicio de Medicina Interna, estructurado en habitaciones de 4, 2 y 1 paciente,en el cual, se tratan patologías diversas como enfermedades pulmonares, cardíacas,etc... y de vez en cuando, psiquiátricas...
Yo un joven inocente de apenas 17 años, al que tenían de chico de los recados.
Un día, entré en una habitación en la cual, había dos hombres, uno M y el otro J.
M de 40 años y J de edad indescifrable y digo esto, por que a cualquier pregunta que le realizabas todos las respuestas eran siempre idénticas.
-¿Como te llamas?
-No ce.
-¿Donde vives?
-No ce.
Un inciso:
M, no era paciente de medicina interna, estaba ubicado en mi servicio por ser conocido de, y lo que realmente tenía era fractura de tibia y estaba siempre encamado pero con la pierna en alto y una tracción para recolocarle el hueso, con lo cual, no podía ni levantarse.

Hacia media tarde la esposa de M vino a ver a su marido y se sentó cómodamente en la silla con las piernas cruzadas. Recuerdo que era una mujer rubia muy atractiva, con un vestido de color verde esmeralda y con un generoso escote.
De repente, escuché un alarido.
Yo, salía de una habitación con mi batea(bandeja metálica) de termómetros, ya que los estaba poniendo para luego; la posterior toma de constantes y veo pasar frente a mi puerta, a la mujer de M corriendo, a J desnudo y con los brazos en alto detrás, con todo su corpachón y sus lorzas, al viento como la madre que lo trajo al mundo y con (literalmente) la lengua colgando cual sátiro libidinoso y acto seguido, veo pasar a la monja cogiéndose la cofia y gritando: ¡Cojan a ese hombre!
Lo último que se, fue que los tres salieron del recinto hospitalario y llegaron muy lejos. M pidió que lo trasladasen al servicio de traumatología ( no por traumas eh) J, fue llevado al hospital psiquiátrico y luego supimos que sufría de algún tipo de obsesión sexual y bueno, la monja.... ella regresó si, pero bueno es otro tema... aunque siempre le estaré agradecido por sus sabios consejos, aunque el 2 día que la conocí por que me equivoqué en una tontería,me llamó HIJOP..... es que , ya se sabe, no hay ya monjas como las de antes .
Saludos,
MacDubh

4 comentarios:

aire dijo...

Les está bien empleado por ir enchufados.

En la ambulancia también usamos bateas, pero no metálicas, sino de cartón, desechables. Por curiosidad, si allí sólo llamáis bateas a las metálicas, ¿a las de cartón cómo las llamáis?

Nepomuk dijo...

No te engañes. La monja gritaba y se mesaba la cofia por que en realidad... no había elegido perseguirla a ella.

Nepocabrón, a su servicio.

Mac Dubh dijo...

Os contesto a ambos.
Pequeña, nosotros exclusivamente usamos bateas metálicas, ya que son esterilizables en autoclave. Las de cartón imagino que están pensadas para las ambulancias, no sabia que existieran. Conocía la existencia de botellas de diuresis de cartón reciclado pero no se usan en mi hospital.
Nepo-peque, ella ya tenía quien le calentaba el cuerpo en las noches de vigilia... pero eso no puedo contarlo por aquí, es demasiado fuerte y hablo, con conocimiento de causa, no por referencias

Unknown dijo...

Que risa...

Ains...

Que morbo de monjas...